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viernes, 30 de agosto de 2013

Cinco golitos nos llevan a Europa (0-5)

No pude ver el partido por la hora a la que era. Lo seguí por la radio y les juro que aluciné. Me encantó la alineación formada por Beto; Diogo Figueiras, Fernando Navarro, Cala, Alberto; Iborra, Rakitic; Víctor Machín, Rabello, Jairo; y Bacca.

Les dejo la crónica de la web oficial:

Las circunstancias en las que se presentaba el choque hacían prever el desarrollo del mismo en los primeros compases. Lo lógico era esperar un inicio intenso del Slask, que en ataque tiene recursos más que suficientes, para intentar meterse en la eliminatoria con un gol tempranero. Y así fue, hasta el punto que en los primeros segundos Beto salvó con una gran parada un tanto de Splaku que podría haber complicado mucho las cosas. Pasado el susto inicial, los apuros fueron menos, aunque las repetidas pérdidas sacando la pelota desde atrás pusieron en más de un aprieto a la defensa, que sin embargo respondió con mucha fiabilidad, tanto los centrales -muy sólidos Cala y Navarro- como Alberto Moreno, que secó literalmente a Sobota.
Al Sevilla le costó meterse en el partido, pero una vez que lo hizo no hubo color. Lo que le faltaba a los de Emery era conducción a la hora de iniciar juego y el problema lo arregló Rabello con un ataque de genio, haciendo una gran jugada en el minuto 14, que estuvo a punto de acabar en gol. La acción del chileno cambió la cara de los nervionenses, que tomaron oxígeno y comenzaron a salir a la contra con más claridad. Todo se volvió más nítido en el minuto 21, cuando Rakitic desde la izquierda se acomodó el cuero a su diestra y sacó un disparo lejano y bien colocado que sorprendió Gikiewicz. El tiro del croata es de esos que sólo intentan los jugadores repletos de confianza, algo que al capitán sevillista ahora le sobra.
El tanto sevillista rebajó la presión local, el ambiente se hizo menos hostil y el Sevilla, en el que destacaba Bacca, asociándose muy bien con los incisivos Jairo y Rabello, se fue creciendo. Aún así Juan Cala tuvo que salvar bajo de palos el empate de Patejuk. Jairo y Víctor Machín tuvieron el segundo, aprovechándose de la exhibición de Rakitic, que cogió la escuadra y el cartabón y comenzó a trazar pases largos que abrían las costuras polacas. El segundo estaba verdaderamente cerca y lo hizo Bacca en el 38, rematando a placer una gran jugada de Jairo, que se desquitó del error anterior. La eliminatoria quedó sentenciada con el segundo, pero incluso antes del descanso pudo llegar el tercero a través de Jairo, que no aprovechó otro excepcional servicio de Rakitic.   La reanudación estaba de más. Fue un golpeo continuo del Sevilla, que llegaba como quería a las inmediaciones de Gikiewicz. El Slask se entregó. Rakitic, hasta que fue sustituido por Cotán, reinaba en la zona ancha y Jairo y Rabello, con mucha confianza, abrían cuantas veces querían las compuertas polacas. Si el tercero no llegó antes del minuto 71 fue porque los de Emery, muy cómodos, en ocasiones hilaban demasiado fino. Pero a 19 del final apareció una vez más Jairo, sin duda el jugador más persistente del encuentro, siendo un tormento constante. El cántabro encontró un justo premio a su gran partido, aprovechando un buen servicio de Víctor Machín, y luciéndose con una jugada personal brillante, que definió cruzando al palo largo de Gikiewicz al fondo de la red. Una maravilla, sobre todo cuando partió al defensa para acomodarse el remate. No tuvo suficiente con eso y ocho minutos después volvió a liarla, esta vez por la izquierda, dejando sentado a su par con un hábil recorte y sirviéndole el cuarto en bandeja a Perotti. Insaciable, de nuevo Jairo, que con espacios jugaba a un nivel colosal, salió desde campo propio y puso otro balón de oro a Carlos Bacca, que el colombiano no transformó en el quinto por muy poco, yéndose desviado su remate. No perdonó, sin embargo, a la siguiente el nueve nervionense, que hizo el quinto aprovechándose de un error de Gikiewicz, que le regaló el balón al despejar.   Con el 0-5 incluso Alberto Moreno pudo redondear lo que hubiera sido un set incontestable. El Sevilla acabó exhibiendo, jugando con mucha velocidad, con profundidad, gustándose en una noche prácticamente redonda. Costó sacar la pelota al principio, pero Beto volvió a responder, los centrales estuvieron firmes, Rakitic brilló en la divisoria y los pequeñitos Rabello y Jairo, sobre todo este último, dieron una lección  juego por dentro y por fuera a un alto ritmo de juego, todo ello con un doblete de Bacca, que siempre viene bien para el autoestima de un delantero. En definitiva, se reforzó el autoestima de todo el equipo, que se dio un baño de certidumbre y confianza que necesitaba tras los dos primeros partidos de Liga.

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