El Sevilla aguantó bien el demarraje inicial de Osasuna y luego se hizo dueño del choque, con Navas y Negredo llevando el peligro por la derecha. Cuando parecía tener el partido en su punto, Osasuna se creció y todo terminó en un mar de imprecisiones
El Sevilla volvió a sumar, que siempre es positivo, pero se quedó sin triunfo, pese a que tuvo fases de juego en las que se acercó a la victoria, sin suerte, obviamente. Pero Osasuna también tuvo sus momentos, sobre todo en un inicio intenso que los andaluces supieron neutralizar con seriedad atrás y un gran Varas. Tablas justas, pues, aunque irremediablemente queda la sensación de que si los de Marcelino hubieran pisado algo más el acelerador en la reanudación podían haber obtenido mayor premio, porque el choque estaba a su merced hasta el tramo final, en el que perdieron su sitio. 
El partido, como todos en Pamplona, se presentaba sufrido en su comienzo. Osasuna en su campo aprieta de lo lindo, en los arranques araña y se hace fiero espoleado por su comprometida hinchada. Y todo eso se multiplica cuando los rojillos llegan desangrados de su partido anterior, tras la severa goleada que le inflingió el FC Barcelona… Mendilibar salió con dos puntas, Nino por detrás de Sola, mientras que el Sevilla optó por Negredo en solitario, escoltado por Manu del Moral. En los primeros compases se vio más a los estiletes locales. Osasuna puso cerco al área de Varas y lo intento desde fuera, pero el portero de Pino Montano está en forma y exhibió reflejos en momentos clave. Cejudo y Lamah, quien en la primera media hora con sus diagonales hizo mucho daño, tuvieron la suya, también Lolo, de falta… Pero el Sevilla resistió entero, sin control en la zona ancha pero manejando bien el ímpetu navarro en defensa. Los ánimos locales, lógicamente, fueron remitiendo, porque el físico da para lo que da. Y entonces el Sevilla se fue soltando, mostrándose más Navas y rematando un peligroso córner Cáceres. Negredo más tarde, tras una exquisitez de jugada, puso un pase en el área chica que Manu del Moral no enganchó adentro en zona franca por la oportuna aparición de Rubén. 
El primer tiempo, en definitiva, no había dado para mucho. Pesó más el Osasuna por su impulso inicial, pero en lo que cuenta, el control en la divisoria, la batalla estaba en tablas como en el marcador. Por eso en la reanudación se esperaban cosas, no se sabe muy bien qué, pero algo diferente. Se había guardado excesivo respeto entre ambos conjuntos y el partido invitaba a un desmelenamiento. Y el Sevilla tomó el volante, dio un paso adelante, pisando el acelerador, con Navas y Negredo incisivos. El palaciego tuvo el gol a los 10 minutos, pero cruzó demasiado el excelente pase que le brindó Fazio desde la derecha. No había dudas, el Sevilla tenía el control, aunque no exhibía la necesaria profundidad. Osasuna aceptó su nuevo rol, esperando algún error para salir a la contra. Y error hubo, en concreto una mala entrega de Spahic que acabó en ataque fulminante de los navarros y en un uno contra uno de Nino con Varas. El delantero ajustó su remate a la izquierda, pero Varas, magnífico, adivinó su intención e hizo la parada de la noche. 
Daba la sensación, no obstante, que el choque estaba encauzado. Marcelino sacó a Rakitic y Perotti por Trochowski y Armenteros. El Sevilla era más y lo demostraba. Negredo acolchado a la derecha volvió a pisar área y la puso atrás, donde llegaba con todo Manu del Moral, cuyo remate a bocajarro lo sacó Andrés con una parada más de colocación que de otra cosa. Kanouté por Negredo fue el tercer y último movimiento desde el banquillo. Fue entonces cuando el equipo comenzó a perder gas. En el tramo final Osasuna se estiró y el equipo perdió su sitio en el centro del campo. Los cambios no surtieron efecto, por más que en sí, sobre todo los dos primeros, resultaran atractivos y en principio debían apuntar a una mejoría. El choque se fue perdiendo en el quiero y no puedo de ambos equipos. El balón esquivaba las áreas y la briega y la imprecisión reinaron en el césped por encima del criterio para desesperación de los sevillistas del Reyno y los que se quedaron en la ciudad, como el presidente Del Nido, quien por motivos profesionales no pudo viajar. Lástima de un choque bravo que el Sevilla supo torear en su inicio y que cuando lo tenía encarrilado para entrar a matar se quedó atrapado en la intención, falto de hechos.
El partido, como todos en Pamplona, se presentaba sufrido en su comienzo. Osasuna en su campo aprieta de lo lindo, en los arranques araña y se hace fiero espoleado por su comprometida hinchada. Y todo eso se multiplica cuando los rojillos llegan desangrados de su partido anterior, tras la severa goleada que le inflingió el FC Barcelona… Mendilibar salió con dos puntas, Nino por detrás de Sola, mientras que el Sevilla optó por Negredo en solitario, escoltado por Manu del Moral. En los primeros compases se vio más a los estiletes locales. Osasuna puso cerco al área de Varas y lo intento desde fuera, pero el portero de Pino Montano está en forma y exhibió reflejos en momentos clave. Cejudo y Lamah, quien en la primera media hora con sus diagonales hizo mucho daño, tuvieron la suya, también Lolo, de falta… Pero el Sevilla resistió entero, sin control en la zona ancha pero manejando bien el ímpetu navarro en defensa. Los ánimos locales, lógicamente, fueron remitiendo, porque el físico da para lo que da. Y entonces el Sevilla se fue soltando, mostrándose más Navas y rematando un peligroso córner Cáceres. Negredo más tarde, tras una exquisitez de jugada, puso un pase en el área chica que Manu del Moral no enganchó adentro en zona franca por la oportuna aparición de Rubén. El primer tiempo, en definitiva, no había dado para mucho. Pesó más el Osasuna por su impulso inicial, pero en lo que cuenta, el control en la divisoria, la batalla estaba en tablas como en el marcador. Por eso en la reanudación se esperaban cosas, no se sabe muy bien qué, pero algo diferente. Se había guardado excesivo respeto entre ambos conjuntos y el partido invitaba a un desmelenamiento. Y el Sevilla tomó el volante, dio un paso adelante, pisando el acelerador, con Navas y Negredo incisivos. El palaciego tuvo el gol a los 10 minutos, pero cruzó demasiado el excelente pase que le brindó Fazio desde la derecha. No había dudas, el Sevilla tenía el control, aunque no exhibía la necesaria profundidad. Osasuna aceptó su nuevo rol, esperando algún error para salir a la contra. Y error hubo, en concreto una mala entrega de Spahic que acabó en ataque fulminante de los navarros y en un uno contra uno de Nino con Varas. El delantero ajustó su remate a la izquierda, pero Varas, magnífico, adivinó su intención e hizo la parada de la noche. Daba la sensación, no obstante, que el choque estaba encauzado. Marcelino sacó a Rakitic y Perotti por Trochowski y Armenteros. El Sevilla era más y lo demostraba. Negredo acolchado a la derecha volvió a pisar área y la puso atrás, donde llegaba con todo Manu del Moral, cuyo remate a bocajarro lo sacó Andrés con una parada más de colocación que de otra cosa. Kanouté por Negredo fue el tercer y último movimiento desde el banquillo. Fue entonces cuando el equipo comenzó a perder gas. En el tramo final Osasuna se estiró y el equipo perdió su sitio en el centro del campo. Los cambios no surtieron efecto, por más que en sí, sobre todo los dos primeros, resultaran atractivos y en principio debían apuntar a una mejoría. El choque se fue perdiendo en el quiero y no puedo de ambos equipos. El balón esquivaba las áreas y la briega y la imprecisión reinaron en el césped por encima del criterio para desesperación de los sevillistas del Reyno y los que se quedaron en la ciudad, como el presidente Del Nido, quien por motivos profesionales no pudo viajar. Lástima de un choque bravo que el Sevilla supo torear en su inicio y que cuando lo tenía encarrilado para entrar a matar se quedó atrapado en la intención, falto de hechos. 
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