1. No es ningún directivo.
2. Tampoco es un ex-entrenador.
3. 6 títulos en su haber con la camiseta sevillista.
4. Es negrito.
¿Ha dicho usted Kanouté? ¡Premio!
La web oficial del club lo cuenta así:
Visita ilustre la que recibió la plantilla del Sevilla FC al finalizar el entrenamiento de la mañana. El gran Frédéric Kanouté quiso aprovechar su estancia en Sevilla con motivo de las fiestas navideñas para pasarse por la ciudad deportiva y saludar a sus antiguos compañeros. Los jugadores sevillistas no se lo esperaban, por lo que fue una tremenda alegría para todos ellos. Durante muchos minutos estuvieron hablando los futbolistas, siendo siempre Kanouté el centro de todas las miradas. Hablaron sobre su nueva vida en China, su adaptación, el modelo futbolístico que allí tienen y, por supuesto, del Sevilla FC.
¿Que no se lo cree? Mire, mire...
¡¡¡GRANDÍSIMO!!!
El Sevilla no entregó la cuchara y buscó a su forma el partido,
aunque falto de recursos, siempre recurriendo al desequilibrio de Navas, que si
bien producía peligro con sus internadas, no terminaba de afinar en el último
pase, en parte por la buena defensa local. El descanso debía aclarar las ideas,
pero el comienzo del segundo acto deparó un nuevo sobresalto para el Sevilla,
fallando a placer Xabi Prieto un servicio mortal de Griezman. Con el susto en
el cuerpo, sin embargo, llegó lo mejor de los hispalenses. Un centro de Manu fue
mal despejado por Claudio Bravo, Navas pasó atrás, Reyes abrió las piernas y
llegando desde atrás Medel no tuvo piedad, con un remate cruzado excelente.
Las tablas dieron aire al Sevilla, que creía en el
triunfo, aunque no terminaba de desconectar a la Real Sociedad. El choque estaba
verdaderamente abierto y José Antonio Reyes, en el centro del campo, era quien
generaba todo el peligro. El utrerano tuvo hasta en dos ocasiones el segundo,
pero primero Bravo y después el palo impidieron su tanto. Poco después salió del
campo por Rabello y prácticamente al instante, lo que debía ser una salida a la
contra del equipo, acabó en una inocente pérdida de balón, que la Real aprovechó
para coger a contrapié a los nervionenses y hacer el segundo, gracias a De la
Bella, que marcó a placer después de que un servicio de Carlos Martínez se
paseara por el área chica de Diego López. El golpe fue duro, porque llegó cuando
mejor estaban los de Míchel, que para colmo se quedaron una vez más con uno
menos con más de un cuarto de hora por delante, por doble amarilla de Coke. 
Con Babá ya en el campo por Manu del Moral el Sevilla
quiso morir quemando todas las naves. Y tuvo su ocasión, que se quedó en eso,
porque Bravo lució con unos reflejos imposibles y sacó el remate de cabeza de
Negredo, que tras dar en Iñigo Martíez se colaba adentro. Ahí estuvo el empate,
que el Sevilla pudo haber logrado de forma merecida, por más que la victoria de
la Real no deje de ser justa. Lo mejor es que este mes de diciembre de 2012 se
va para siempre, un mes negro en Liga, que deja al equipo bastante mal parado,
porque aún cuando la victoria se ponga de cara, como ocurrió en una fase de la
segunda parte de Anoeta, no llega. 
Nunca se dijo que el fútbol fuera justo. Suele sonreir a
los que más buscan el triunfo, o a los que lo hacen con mejores argumentos, pero
nada asegura los tres puntos más que el gol, ésa es la ley del juego, la que
manda, la que deja vencedores y vencidos. Y el Sevilla esta noche, haciendo lo
que tenía que hacer, engulló uno de los tragos más amargos en lo que va de
campaña, posiblemente el que más, tristemente vencido. Porque se puede perder
mereciéndolo, ahí pocos lamentos puede haber. Sin embargo, es mucho más difícil
digerir una derrota después de la primera parte magnífica que realizaron los de
Míchel, con un repaso sin gol a un Málaga ausente... Pero es el gol lo que
cuenta, y el Málaga en el segundo tiempo rentabilizó la primera ocasión que se
le presentó, golpeando severamente la estima de un conjunto que anda para pocos
reveses. 
El Sevilla
comenzó mandando. De hecho, el primer tiempo fue local de principio a fin, si
bien las andanadas nervionenses se vieron sobre todo en unos primeros 20 minutos
espectaculares. Con el trivote que sacó en Mallorca, jugando Kondogbia junto a
Medel y Rakitic, los de Míchel se hicieron con el control. Especialmente el
francés se zampó a la medular malagueña, con esa zancada larga y unas piernas
que llegaban a todo. Las triangulaciones eran rápidas y al final de todo estaba
Negredo, el hombre que manda, no porque lleve el brazalete de capitán, sino
porque luce un estado de forma inmenso, que sin embargo no valió para marcar
cuando en el minuto 3 dejó en el suelo a toda la defensa del Málaga y a
Caballero y estrelló su remate al palo. Un centro de Fernando Navarro, por la
izquierda, también tocó palo, no así otro remate de Negredo, muy escorado, que
Caballero sacó como pudo, cazando Navas el rechace en zona para machacar, pero
perdiéndose su remate entre el mar de piernas que defendía la portería
malaguista. Mientras todo eso ocurría los de Pellegrini aguantaban el tipo a
duras penas. Negredo se atrevía incluso con florituras desconcertantes ante unos
rivales que como Wellington sólo podían pararle con falta. Todo apuntaba para un
triunfo limpio e incluso con brío, pero las luces se tornaron en sombras en la
reanudación, por increíble que pudiera parecer al descanso. 
Es obvio
que al Sevilla este año le salen muy pocas cosas y cuando eso ocurre la
capacidad de encajar golpes es limitada. O lo que es lo mismo, cuando estás mal,
hasta los roces te desangran. Difícil explicación tiene que un arranque tan
bueno y en general una primera parte tan completa diera luego paso a un
escenario tan adverso. Minuto 49. Joaquín bota un córner, Demichellis se impone
por arriba y el balón entra casi sin querer, helando a un Sevilla que desde ese
momento no fue el mismo. Míchel reaccionó de inmediato, sacando a Reyes y
Cicinho por Kondogbia y Coke. Poco varió la cosa, porque el Málaga jugaba ahora
a su gusto, cómodo a la contra, y los locales, frustrados, no encontraban el
paso. Todo se complicó un poquito más con la inorpotuna lesión de Rakitic, pero
el golpe definitivo cayó a veinte del final, cuando Joaquín se quedó solo ante
Diego López y Fazio lo derribó por detrás. Penalti y expulsión del argentino.
Eliseu no perdonó y ahí se terminó el partido. 
Cruel, muy cruel, fue, en definitiva, el desarrollo de un partido
que no encuentra otro calificativo que ingrato. El primer tiempo fue un repaso,
con todo menos el necesario gol, jugando como hay que jugar para ganar, pero en
el segundo acto el Sevilla, emocionalmente endeble por cómo se está dando la
temporada, se vino abajo con ese cabezazo de Demichellis en la que fue la
primera llegada de los visitantes. Eso es el fútbol, para bien o para mal, que
esta noche se cebó con los de Míchel.
