El Sevilla FC ha cerrado el fichaje del portero del Villarreal, Diego López, uno de los mejores guardametas del campeonato español, fijo en el cuadro amarillo en las últimas cinco campañas, en las que, pese al reciente descenso, ha logrado unas clasificaciones excepcionales, incluso un subcampeonato en la 07/08. El arquero gallego ha firmado por cinco campañas.
La noticia triste (tomada de la web oficial):
El entrenador del Sevilla FC de División de Honor juvenil Diego Martínez,
con el que se ha proclamado recientemente vencedor de la Copa de Campeones de la
categoría, se incorporará como ayudante del cuerpo técnico del primer equipo, en
el que sustituirá a Javi Navarro, ex capitán sevillista, quien dejará de
trabajar para el Sevilla FC. Míchel cuenta así con Martínez, un técnico joven y
de mucha proyección que trabajará con el resto del cuerpo técnico
sevillista.
Martínez (Vigo, 16-12-1980), trabaja en el club desde hace tres temporadas,
en las que ha llevado la parcela de la tecnificación, primeramente, para dirigir
posteriormente al Sevilla C y al División de Honor juvenil. Llegó al Sevilla
desde tierras granadinas, donde empezó a ejercer de entrenador en clubes como el
Imperio, el Arenas y el Motril. Posee el título de entrenador nacional y es
licenciado en Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Granada.
El Sevilla FC ha agradecido a Javi Navarro su entrega e implicación en su
trabajo durante el periplo en el que el capitán ha ejercido como ayudante del
cuerpo técnico. El ex capitán que levantó la Copa del Rey 2007, las Copas UEFAS
2006 y 2007, la Supercopa de Europa 2006 y la Supercopa 2007 ha permanecido
vinculado en esta etapa dos temporadas, después de trabajar para Antonio
Álvarez, Gregorio Manzano, Marcelino y Míchel.
¡¡¡JAVI NAVARRO ES NUESTRO LÍDER!!!


El partido estaba bonito, en tanto en cuanto los dos equipos
tenían sus opciones y brindaban un espectáculo abierto, poniendo las mejores
gotas de fútbol el imparable Navas, formidable como en toda la segunda vuelta,
aunque no sería justo obviar el buen trabajo en la medular de Deivid y Rakitic,
confirmando el croata la ligera mejoría en su fútbol que dibujó el pasado fin de
semana ante el Rayo. El choque, sin embargo, no lo desequilibró el palaciego,
sino Álvaro Negredo, que definió con mucho oficio un magnífico servicio de
Rakitic, en una contra de los visitantes.
En la segunda parte el guión del choque no varió en exceso. El
ritmo de juego era máspropio de un amistoso que de un duelo de alta competición,
si bien es cierto que en algunas fases del segundo acto el encuentro se partía
por momentos, por los ataques de uno y otro equipo, poco peligrosos en ambos
casos. Con el avanzar de los minutos Míchel movió el banquillo, sacando primero
a Manu del Moral por Perotti y ya a 17 del final a Frederic Kanouté por José
Antonio Reyes, produciéndose la gran anécdota de la noche, pues el estadio de
Cornella recibió al malí con una sonora ovación, prueba indeleble de la enorme
huella que ha dejado el 12 sevillista en el fútbol nacional.
Prácticamente llevaba Kanouté tres minutos en el campo, cuando lo
que era una situación controlada se fue de las manos, después de que en el
minuto 31 Coutinho, muy listo en el desmarque, superara por alto a Palop por
arriba. El tanto de los periquitos desencadenó unos minutos muy voluntariosos
del Sevilla, que pudo marcar sobre todo gracias a Navas, que se inventó una gran
pared con Negredo pero no acertó en el momento final. El equipo de Míchel lo
intentó hasta el final, sobre todo a balón parado, pero la suerte del choque ya
estaba echada.
El triunfo del Sevilla tiene su mérito, porque en frente estaba un
equipo que se jugaba mucho más que los locales. El Rayo, con la salvación en
vilo, tenía ante sí media temporada, pero no salió con la intensidad que se
podía presumir. Todo lo contrario, fue el Sevilla quien desde el principio puso
la quinta hacia el arco contrario, teniendo claras ocasiones desde el comienzo,
algo que ayudó mucho a rebajar el ambiente de tensión que se respiraba en el
ambiente por la derrota del derbi. Trochowski, solo en el área rematando a las
nubes, Babá, también solo, cruzando en exceso, y de nuevo Trochowsk,i
desperdiciando un claro penalti sobre Cala, pudieron lograr el primero. Por
enésima vez en la temporada, al conjunto de Míchel le fallaba la puntería,
aunque al final acabó desmelenándose gracias al recital que ofreció Jesús Navas.
Del palaciego vino el tanto que abrió el marcador. Navas se fue por su banda,
vio un buen desmarque de Babá y se la dejó en bandeja para que el senegalés
rematara a placer. El partido se ponía de dulce con la media hora cumplida y
cuando parecía que la hora restante de partido iba a ser un paseo, el Rayo se
encontró con un penalti que Diego Costa transformó sin piedad.
El empate de Costa puso un poco de suspense al encuentro, pero fue
más un espejismo que otra cosa, porque Cala al bote de un córner puso las cosas
en su sitio de cabeza y en la reanudación, con Navas tomando la derecha como una
veradera autopista, el Sevilla fue un vendaval que no dio opciones. Nada más
arrancar tras el descanso, Navas, habilitado con maestría por Rakitic, se la
puso en la cabeza a Babá, que hizo el 3-1. Poco después se marcó otra de esas
jugadas que le hacen inigualable y se la ofreció en bandeja a Reyes, que había
salido poco antes, haciendo el utrerano el cuarto. Salió a Kanouté y el
espectáculo estaba brindado, con las gradas del Sánchez Pizjuán volcadas con el
ídolo. Tal vez aprovechando ese clima de nostalgia presente, por ver cómo lo más
preciado se difuminaba para siempre y cada minuto era un último suspiro para
apreciar la leyenda viva, el Rayo acortó distancias gracias a Diego Costa y
dibujó una tímida reacción, más un amago que otra cosa. Y fue así porque a nueve
del final, otra vez Navas, se la sirvió para matar a Kanouté, quien en dos
tiempos logró el quinto y definitivo tanto de la noche.
El 5-2 pudo acabar incluso en un marcador más abultado, porque
Babá, que completó un gran partido y repitió con el gol en su segundo partido
como titular, tuvo alguna opción para convertir el hat trick. El triunfo,
holgado, permitió que los últimos minutos fueran para dar gloria al genio de
ébano, a ese futbolista de clase indómita y elegancia superlativa, siempre
pausado en sus gestos y formas pero inapelable en la línea que separa la gloria
del fracaso. En ese clima de justo reconocimiento los transistores cerraban la
puerta a Europa, aunque por encima de esa suma decepción emergía la magia de
Frederic Kanouté, bandera del Sevilla más glorioso, despidiéndose el malí con un
honesto gracias en su camiseta. Las gradas vibraron viendo saludar a su ídolo
por última vez, sintiendo todos y cada uno de los aficionados la irrefutable
certeza de poder decir con honor que vieron el último partido en el Sánchez
Pizjuán del mejor jugador de la historia del Sevilla FC. Merci, merci, merci...
y 12 veces merci. 


El desenlace fatal demuestra que en un partido de fútbol todo
puede ocurrir. Porque el inicio del Sevilla fue prometedor y en el minuto 4 ya
ganaba 1-0, gracias a un gol de Negredo, muy bien asistido por Trochowski. Los
de Míchel tuvieron unos minutos en los que pudieron meterle mano al encuentro,
pero acabaron cediendo terreno a un Betis que se fue imponiendo en la divisoria
y se encontró una falta al borde del área, que ejecutó con maestría al palo de
Varas.
Con tablas se llegó al descanso y en la reanudación todo se volvió
más tosco. El Sevilla buscó la iniciativa, pero se fue alejando del ataque y
sobre todo se complicó mucho a la hora de sacar la pelota jugada desde atrás. No
se pueden poner reproches al esfuerzo, simplemente las ideas apenas fluían,
aunque había alguna que otra ocasión. La voluntad, en cualquier caso, estaba y
la prueba es que los nervionenses no cesaban de botar córners. Pero no había
precisión ni en el pase ni en el remate, sino mucho pelotazo, justo lo contrario
de lo que ocurrió días atrás ante el Levante. De alguna forma el equipo de
Míchel se olvidó de su sello, tal vez superado por la presión de ganar al precio
que fuese. El Betis, en cambio, sabía estar y transmitía peligro en sus contras,
con Rubén Castro sobre todo, que tuvo varios remates peligrosos en los que sólo
le faltaba afinar. En su recta final el choque entró en un quiero y no puedo
local, frustrados ante unos visitantes que jugaban sin presión y con la
sensación de haber cumplido con creces. Así se llegó al descuento, en el que de
nuevo el Betis tuvo otra falta a favor en la frontal. Mientras Medel era
expulsado por segunda amarilla por forcejear con Paulao, Beñat tomó la pelota
para sí y ejecutó por debajo de la barrera, que saltó y dejó a Javi Varas sin
opciones para detener la tragedia.
El 1-2 final sin duda deja al Sevilla en una posición inesperada a
comienzos de campaña, con pocas opciones para renovar clasificación europea.
Todo ello en un encuentro con un desarrollo supino para los locales, que una vez
que se pusieron por delante en el marcador no encontraron nunca la postura
idónea para hacerse con un encuentro que se le había puesto de cara.