No pude ver el partido por la hora a la que fue, pero sí lo seguí por la radio. Recurro a la crónica de la web oficial:
Aire fresco, una alegría, un espaldarazo, un torniquete para frenar la hemorragia… una victoria, en definitiva, que se resistía desde el mes de noviembre y que el Sevilla logró en su estreno en 2013, sufriendo, pero siendo muy superior a Osasuna en una segunda parte en la que el gol de Spahic acabó llegando por la perseverancia y el alto voltaje que aplicaron los nervionenses al juego. Y en esa buena labor colectiva, quien puso el acento fue un sublime José Antonio Reyes, que desde la segunda línea dibujó todos los intentos del equipo y puso el empeño necesario para tirar del resto de sus compañeros e impedir que nadie bajara los brazos, acompañado en esta labor como siempre por el sempiterno Jesús Navas. El Sevilla, como en otros partidos de esta campaña, se estrellaba una y otra vez con el meta contrario, pero lejos de rendirse ante el infortunio, insistió sin dejarse llevar por el corazón, con orden, con inteligencia, con la paciencia que debe tener el que se sabe superior y sólo espera su momento, que llegó a siete el final. La rúbrica de Spahic desanudó los ánimos de una afición que esta noche de Reyes, nunca mejor dicho, duerme más tranquila.
El Sevilla dio la de arena, primero, y la de cal, después. El primer tiempo fue desconcertante, con el equipo atenazado, incluso con pánico escénico. No salieron cómodos los nervionenses al campo, no daban rienda suelta a lo que en determinadas fases del campeonato han demostrado que saben hacer, jugaban invadidos por unos nervios que pusieron por momentos el choque en bandeja a Osasuna. Los de Míchel, que salían con tres mediocentros y Navas y Reyes escoltando a Negredo arriba, no lograron apenas hilvanar cinco minutos de buen fútbol. El Sevilla, en el primer acto, se mostró a fogonazos y, sobre todo cuando Osasuna comenzó a reclamar el balón y por momentos metió a los hispalenses en su campo, sufrió y cayó en cierto desánimo. El intento siempre era el mismo, buscando aprovechar los riesgos de Osasuna, que como todo equipo de Mendilibar defiende muy adelantado. Reyes surtió a Negredo de varios balones de gol y el madrileño pudo marcar en el minuto 33 de haber afinado más su remate ante Andrés Fernández, si bien es cierto que Osasuna pudo haber marcado antes, pero Diego López salvó ante Armenteros, que remató en buena posición cuando más estaban padeciendo los de Nervión.
Poco hay más que decir en una primera parte muy gris. Costaba ver dos pases precisos seguidos, una jugada limpia, una salida rápida a la contra, una acción con más intuición que plan, faltaba esa chispa, esa agilidad mental y física que acaba desencadenando en la fluidez que requiere el juego para hacer daño y sorprender al rival… El Sevilla se perdía en las dudas y en la reanudación el reto estaba en encontrarse. Y se encontró, vaya que sí. Del equipo que se fue al descanso al que saltó en el segundo tiempo no había ni una semejanza. Las palabras de Míchel en el vestuario, o lo que fuera, surtió efecto. El equipo salió conectado, con mando, anulando a Osasuna poco a poco y generando un torrente de ocasiones que inevitablemente debían conducir a la victoria, más que por el acierto por la perseverancia. Primero fue Kondogbia, tras una jugada ensayada a balón parado, luego la tuvieron Navas, Negredo con la testa a la salida de un córner, Rakitic… La grada se enganchó al ritmo de sus jugadores y sobre todo al de José Antonio Reyes, que fue sin duda el hombre del partido. Por el utrerano, que jugaba ahora más en la mediapunta e incluso se volcaba a la derecha para fabular con Navas, pasaba todo el juego, llegaba a todas y siempre aplicaba la decisión acertada. El Sevilla se contagió de su empeño, porque cuando Osasuna repelía las embestidas locales, aparecía siempre Reyes para reiniciar la jugada.
El segundo tiempo se convirtió en un verdadero acoso y derribo, con Navas desangrando el costado diestro, y liderando una presión eficaz que ahogaba a los rojillos, incapaces de salir de su campo. El Sevilla no paraba de botar saques de esquina, Andrés Fernández era el verdadero protagonista de los suyos, pero el gol no llegaba. Lo mejor fue que el Sevilla no desesperó, que supo ser sereno cuando el partido tal vez le invitaba a irse a arriba a lo loco… Y entonces llegó el minuto 37. Reyes botó el enésimo córner, Fazio se impuso por arriba, pero de nuevo Andrés Fernández, esta vez a ras de suelo, sacó una mano prodigiosa. El balón de nuevo llegó a Reyes, que otra vez la puso en el segundo palo, apareciendo Perotti, y respondiendo en una ocasión más el portero navarro, que sin embargo nada pudo hacer para frenar el aparatoso remate que Spahic se sacó de la manga para impartir justicia en el marcador.
El gol del Sevilla liberó no sólo a un equipo, sino a todo un estadio frustrado, incapaz de asimilar cómo poniendo todo y más sobre el campo el triunfo seguía resistiéndose. Por eso el tanto de Spahic fulminó la ansiedad y la urgencia, porque los de Míchel creyeron y pudieron, porque no se rindieron en ningún momento y porque de alguna forma pusieron punto y final a una racha demasiada negativa que no podía prolongarse más. Eran ya demasiados los partidos que había que ganar como fuera y que no se ganaban. El Sevilla necesitaba un triunfo para dotarse de estima, para creer en sí mismo, como creyó tras el descanso, con determinación, con decisión. Este espaldarazo tiene que ser el comienzo de una nueva historia, porque el Sevilla sabe cómo escribirla, pese a que en ocasiones se empeñe en torcer los renglones.
Veamos el acta:
(10) Diego, Perotti | 64 | |
en sustitución del jugador | ||
(22) Geoffrey Kondogbia | ||
(12) Hedwiges Maduro | 85 | |
en sustitución del jugador | ||
(19) José Antonio Reyes | ||
(17) Javier Hervás Salmoral | 89 | |
en sustitución del jugador | ||
(11) Iván, Rakitic |
(83') Emir, Spahic | Gol |
(49') Alex Sandro Mendonça Dos Santos | Amarilla |
(68') Emir, Spahic | Amarilla |
+ En el minuto 49 el jugador (21) Alex Sandro Mendonça Dos Santos fue amonestado por el siguiente motivo: jugar el balón con el brazo, cortando la posibilidad de ser jugado por un adversario | |||
+ En el minuto 68 el jugador (4) Emir, Spahic fue amonestado por el siguiente motivo: derribar a un contrario en la disputa del balón |
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