El Sevilla pudo comenzar ganando pero Mateu Lahoz anuló de forma
incomprensible un tanto legal a Fazio. Con 1-0 en el marcador el equipo de
Míchel, que hizo una buena primera parte y nunca renunció a su estilo de juego,
pudo meterse en el choque pero otra vez pecó de clemencia en los metros
finales.
El Sevilla hizo mucho más de lo que refleja un marcador demasiado severo.
Pero el fútbol no perdona a los que perdonan y más si se juega en el Bernabéu y
el viento del silbato sopla en contra. Para ganar en Chamartín hay que hacer el
partido perfecto y la realidad es que el equipo de Míchel no lo hizo, porque una
vez no ató los cabos cuando pudo hacerlo tanto en facetas defensiva y ofensiva,
pecado mortal en un estadio donde no existe la piedad con el visitante.

El choque fue cruel, muy cruel. No tiene suerte el Sevilla, ni mucho menos, porque si bien es cierto que en esta campaña ha tenido momentos muy decepcionantes, también lo es que en muchos otros encuentros en los que se ha ido de vacío ha merecido mucho más. Y el de Bernabéu sin duda fue uno de ellos, tanto por las oportunidades desperdiciadas como por el arbitraje de Mateu Lahoz, que por desgracia fue determinante en la suerte del choque, porque con 0-0 en el marcador, en el arranque del encuentro, se anula por una falta inexistente de Negredo a Pepe un gol sin discusión de Fazio. La falta, inapreciable en televisión por más que se den 10.000 tomas, sólo la aprecia el colegiado. Ahí pudo haber estado el partido, porque el Madrid, a la primera que tuvo fulminó a Varas, después de una genial acción de Cristiano Ronaldo en el minuto 20 y todo se puso cuesta arriba.
Con el 1-0 en contra el Sevilla ni mucho menos se amilanó, aunque
sí cedió el terreno que había ganado en los primeros compases, en los que se
había mostrado muy dominante, jugando con Deivid –muy bien- en el mediocentro
junto a Trochowski, Rakitic acolchado a la izquierda y Reyes acompañando en la
mediapunta a Negredo. Sin embargo, a la contra el equipo de Míchel mostró su
cara más peligrosa, con 10 minutos excepcionales en los que todo lo que tocaba
Reyes acababa en peligro. El utrerano tuvo la primera de las tres ocasiones
claras que desperdiciaron los locales, pero su disparo cruzado fue demasiado
inocente. Lo mejor vino después. Dos pases largos magníficos del zurdo acabaron
con Navas y Negredo solos ante Casillas, fallando ambos en el instante final. La
jugada de Negredo fue sin duda la más clara. El madrileño encaró en posición
inmejorable a Casillas, pero definió con una vaselina que se fue arriba por muy
poco.
Al descanso se llegó con el Madrid achuchando y el Sevilla bien
plantado. El partido pintaba bonito, porque los nervionenses no rifaban sus
posesiones, para nada, buscando siempre el avance con toque y criterio. Con esa
misma sensación se arrancó la segunda parte y tras una buena jugada y posterior
acción personal de Negredo, pudo llegar el empate. Pero en la frontal Negredo
remató demasiado flojo ante Casillas, que agradecía la poca precisión de los
visitantes. Esa clemencia no la tuvo en la siguiente jugada Benzema, que le ganó
la espalda a Coke en el área y fusiló a Varas sin oposición. El tanto del
francés era tal vez demasiado castigo para el Sevilla, pero el fútbol en cierta
medida daba premio al más contundente, que al fin y al cabo es de lo que se
trata.
Sin embargo, incluso perdiendo 2-0 el Sevilla intentó meterse en
el encuentro, por más que acabase tirando la toalla en el 52, cuando el Madrid,
otra vez por mediación de Benzemá, hacía el tercero, aprovechándose de la
indulgencia de Mateu Lahoz en una clarísima falta de Ozil a Coke, cuando los
merengues salían a la contra. Con el vallecano en el suelo, el Madrid montó una
salida imparable y finiquitó el partido, ante la incredulidad de los
nervionenses, que no podían explicarse cómo no se había señalado la clamorosa
falta a Coke. Sin duda, resulta difícil entender la decisión del colegiado.
El partido dio poco más de sí. Ganar en el Bernabéu es siempre muy
difícil, pero la misión se vuelve imposible si el colegiado te anula un gol en
el arranque y el Sevilla regala sus opciones, mostrando una vez más en esta
campaña una falta de pegada que sin duda es la que le está condenando a la
actual posición que ocupa en la tabla.

El choque fue cruel, muy cruel. No tiene suerte el Sevilla, ni mucho menos, porque si bien es cierto que en esta campaña ha tenido momentos muy decepcionantes, también lo es que en muchos otros encuentros en los que se ha ido de vacío ha merecido mucho más. Y el de Bernabéu sin duda fue uno de ellos, tanto por las oportunidades desperdiciadas como por el arbitraje de Mateu Lahoz, que por desgracia fue determinante en la suerte del choque, porque con 0-0 en el marcador, en el arranque del encuentro, se anula por una falta inexistente de Negredo a Pepe un gol sin discusión de Fazio. La falta, inapreciable en televisión por más que se den 10.000 tomas, sólo la aprecia el colegiado. Ahí pudo haber estado el partido, porque el Madrid, a la primera que tuvo fulminó a Varas, después de una genial acción de Cristiano Ronaldo en el minuto 20 y todo se puso cuesta arriba.
Con el 1-0 en contra el Sevilla ni mucho menos se amilanó, aunque
sí cedió el terreno que había ganado en los primeros compases, en los que se
había mostrado muy dominante, jugando con Deivid –muy bien- en el mediocentro
junto a Trochowski, Rakitic acolchado a la izquierda y Reyes acompañando en la
mediapunta a Negredo. Sin embargo, a la contra el equipo de Míchel mostró su
cara más peligrosa, con 10 minutos excepcionales en los que todo lo que tocaba
Reyes acababa en peligro. El utrerano tuvo la primera de las tres ocasiones
claras que desperdiciaron los locales, pero su disparo cruzado fue demasiado
inocente. Lo mejor vino después. Dos pases largos magníficos del zurdo acabaron
con Navas y Negredo solos ante Casillas, fallando ambos en el instante final. La
jugada de Negredo fue sin duda la más clara. El madrileño encaró en posición
inmejorable a Casillas, pero definió con una vaselina que se fue arriba por muy
poco.
Al descanso se llegó con el Madrid achuchando y el Sevilla bien
plantado. El partido pintaba bonito, porque los nervionenses no rifaban sus
posesiones, para nada, buscando siempre el avance con toque y criterio. Con esa
misma sensación se arrancó la segunda parte y tras una buena jugada y posterior
acción personal de Negredo, pudo llegar el empate. Pero en la frontal Negredo
remató demasiado flojo ante Casillas, que agradecía la poca precisión de los
visitantes. Esa clemencia no la tuvo en la siguiente jugada Benzema, que le ganó
la espalda a Coke en el área y fusiló a Varas sin oposición. El tanto del
francés era tal vez demasiado castigo para el Sevilla, pero el fútbol en cierta
medida daba premio al más contundente, que al fin y al cabo es de lo que se
trata.
Sin embargo, incluso perdiendo 2-0 el Sevilla intentó meterse en
el encuentro, por más que acabase tirando la toalla en el 52, cuando el Madrid,
otra vez por mediación de Benzemá, hacía el tercero, aprovechándose de la
indulgencia de Mateu Lahoz en una clarísima falta de Ozil a Coke, cuando los
merengues salían a la contra. Con el vallecano en el suelo, el Madrid montó una
salida imparable y finiquitó el partido, ante la incredulidad de los
nervionenses, que no podían explicarse cómo no se había señalado la clamorosa
falta a Coke. Sin duda, resulta difícil entender la decisión del colegiado.
El partido dio poco más de sí. Ganar en el Bernabéu es siempre muy
difícil, pero la misión se vuelve imposible si el colegiado te anula un gol en
el arranque y el Sevilla regala sus opciones, mostrando una vez más en esta
campaña una falta de pegada que sin duda es la que le está condenando a la
actual posición que ocupa en la tabla.
Míchel propuso el siguiente once: Javi Varas; Coke, Cala, Fazio, F. Navarro; Deivid, Trochowski,
Rakitic; Jesús Navas, Reyes y Negredo.
Se quedaron en la grada Palop y Spahic. En el banquillo, sin jugar, estuvieron Julián, Luna, Guarente y De Mul.
Veamos el acta:
| (25) Diawara Papa Babacar | 63 | |
| en sustitución del jugador | ||
| (9) Álvaro Negredo Sánchez | ||
| (26) Luis Alberto Romero Alconchel | 63 | |
| en sustitución del jugador | ||
| (21) Reyes Calderón, Jose Antonio | ||
| (16) José, Gómez Campaña | 71 | |
| en sustitución del jugador | ||
| (34) Rodriguez Barrera, David Omar | ||
|
|||||||||||||||||||




Con ese triste panorama, el último cuarto de hora fue un trámite, muy doloroso en el caso sevillista, pues el conjunto hispalense veía como se le había vuelto en contra de forma atroz un partido que comenzó muy bien. Da la sensación que si la jugada del primer gol no hubiera ocurrido, el guión del choque hubiera sido bien distinto. Pero en el fútbol todo y más sucede y la realidad es que lo que le faltó a los de Míchel fue firmeza y carácter para levantarse ante los dos primeros golpes de un Getafe que, todo hay que decirlo, tuvo una de esas noches en las que salen incluso las cosas que no se intentan. La imagen de naufragio dada en la reanudación es inadmisible si se quiere pensar en Europa, que, sin embargo, sigue estando a un punto, eso sí, con la Champions ya prácticamente inalcanzable.
La gran noticia de la noche es que el Sevilla encadenó su segundo triunfo consecutivo en casa y que lo hizo con superioridad, exponiendo con lucidez los muchos argumentos –aún con bajas- que atesora. En definitiva, no hubo debate en Nervión y si eso fue así es más por mérito local que por demérito visitante, sobre todo si se tiene en cuenta que el Zaragoza venía de encadenar una buena racha de resultados y de dar una imagen más que digna ante el FC Barcelona el pasado fin de semana. Está claro que el Sevilla vive su momento más dulce de la temporada y que cuando juega se gusta, porque así se impuso ante el Zaragoza, gustándose y gozando. Tras unos primeros minutos de tanteo, llegó el remate de Fazio y entonces se activó la máquina, con Navas degollando las entretelas mañas por el costado diestro y Negredo haciendo todo y más. Fue un lujo ver al madrileño, que posiblemente cuajó su partido más completo de la temporada, jugar de espaldas y habilitar en profanidad a sus compañeros, por más que fuera él quien se aprovechara de un excepcional servicio de Manu para hacer el segundo en el minuto 28. Con el 2-0 el dominio se volvió apabullante, porque la confianza que destilaban las formas de los nervionenses hacía que el conjunto de Míchel literalmente pasara por encima del su contrario. El tercero, de hecho, no se resistió mucho. Luna, de nuevo muy acertado jugando en el interior izquierdo, robó el cuero, se la colocó a Negredo, que empalmó fuera del área tal y como venía, estrellándose con las manos de Roberto. El rechace del meta fue a parar a Navas, quien levantó la cabeza y asistió, una vez más, a Negredo, que con un giro de cabeza sensacional, dio la puntilla al Zaragoza, con toda la segunda parte por delante.
En la reanudación el Sevilla salió con el mismo impulso arrollador. Y de hecho Navas y Manu, que de nuevo brilló, demostrando que es en la mediapunta donde mejor se siente, tuvieron el cuarto, pero Roberto sostuvo la dignidad de los aragoneses, que se estiraron un poco buscando el gol de la honra, eso sí, con pocas ocasiones, dado el buen trabajo defensivo, liderado por un Fede Fazio que rebosó oficio, muy bien escoltado por Escudé. Los locales, obviamente, levantaron el pie del acelerador y Míchel fue refrescando el equipo, pensando ya en Getafe. El que no paró, sin embargo, fue Navas, un jugador de otra pasta, inagotable. Resultó maravilloso ver al palaciego esprintar en el minuto 90 para intentar sacar un último centro… Tal vez en esa ilusión, en ese carácter insaciable, reside el éxito de este campeón del mundo que en suma simboliza el propio espíritu de superación en el que se fundamenta el deporte.
El único pero fue la amarilla que vio Navas, que no le permitirá estar en Getafe. Ni siquiera eso, sin embargo, empaña una noche de fútbol primoroso y sobrado en matices de un equipo que cada día que pasa cree más en lo que hace. El Sevilla gana sonriendo y haciendo sonreír, confiado, lanzado... Nueva victoria, pero sobre todo, otro recital y otro ejercicio de superioridad manifiesta, hasta el punto de llegar a aburrir de tanto acaparar. El sello de Míchel, pues se vio incluso perdiendo en San Mamés, existe y le ha cambiado la cara a un Sevilla que se ha subido a una ola que debería llevarle a Europa por novena campaña consecutiva.