Emery apostó de inicio por Sergio Rico, Coke, Arribas, Carriço, Kolodziejczak, Mbia, Krychowiak, Reyes, Iago Aspas, Denis Suárez y Gameiro.
Les dejo el resumen de la web oficial. Disculpen las molestias:
Ya se había advertido en la previa. El de esta noche era un partido en el que el Sevilla para ganar debía hacerlo muy bien. Y muy bien, es obvio, no lo hizo, aunque tal vez los dos goles de diferencia que reegistró el marcador final no reflejen la igualdad y el vibrante duelo de poder a poder que se vio en el terreno de juego en la segunda mitad, después de unos primeros 45 minutos donde el respto mutuo estuvo muy por encima de la ambición. En la reanudación la cortesía quedó en el vestuario, la agresividad del Feyenoord se elevó un grado y un tempranero gol de Toomstra, tras una mala acción defensiva, puso el partido cuesta arriba. Fue entonces cuando se vio lo mejor del Sevilla. Emery hizo un doble cambio que espoleó la mejoría, entrando en escena Bacca y Deulofeu. El colombiano la tuvo nada más salir y el catalán, muy voluntarioso, provocó una falta que Reyes botó de maravilla y Mbia cabeceó en posición legal a la red. Sin embargo, el linier anuló indebidamente el gol al camerunés, lo que significó el principio del fin, porque el Feyenoord llevó aún más el partido al barro y allí se desenvolvió con destreza. El encuentro en su recta final acabó siendo una ruleta rusa. Los nervionenses, acelerados, se veían enredados en la trampa local y además sufrían a la contra. Boetius dio el primer aviso y El Ahmadi sentenció con un disparo que pilló adelantado a Sergio Rico un encuentro en el que el Sevilla se vio superado por el empuje rival y el ambiente de De Kuip.

La imagen del Sevilla no fue buena, sobra decirlo. Es más, sólo por unos minutos, tras recibir el gol, se vio a ese equipo firme y decidido que una cita de este nivel exigia desde el principio. Pero dicho todo esto, la realidad es que el equipo de Unai, con un doble pivote de contención formado por Mbia y Krychowiak, Reyes en la izquierda, Denis en la derecha y Aspas y Gameiro en punta, contuvo con solidez el fulgurante inicio local, que salió envalentonado por su público, que hacía de De Kuip un auténtico infierno para los visitantes. Pese al fervor escénico, el Sevilla no se arrugó y apenas dio concesiones hasta el descanso. Ese era sin duda el camino a seguir en la segunda mitad, aunque mostrándose más arriba, saliendo a la contra con más impulso. Pero el plan se fue al traste con una mala acción defensiva en la que faltó consistencia, que acabó en gol de Toomstra.

Lo mejor, si algo bueno hay de recibir un gol, es que el Sevilla reaccionó con el tanto local. Bacca y Deulofeu saltaron prácticamente al instante y dieron otro aire. El equipo dio un resuelto paso adelante. Bacca tuvo el gol, pero se le fue una gran ocasión en un mal control. Mbia no falló con un centro medido de Reyes, pero se le anuló su tanto por un fuera de juego inexistente. El Sevilla se hacía acreedor del empate, pero el empate no llegaba, sobre todo porque el Feyenoord proponía cada vez más un juego fisico y trabado, que atenazaba las intentosas hispalenses, en parte por la tibieza del colegiado a la hora de zanjar el juego duro. El partido se convirtió en un vibrante golpe a golpe, con jugadas largas y constantes idas y venidas, una auténtica ruleta rusa, con el Sevilla volcado pero sin lucidez, y el Feyenoord esperando una contra matadora. La emoción era máxima, pero se la cargó a diez del final El Ahmadi de un derechazo lejano que sorprendió a Sergio Rico. Los minutos finales fueron un ejercicio de impotencia para los nervionenses, que tuvieron actitud, pero que fueron superados por el impetuoso empuje de un Feyenoord que lució más entero y contundente.
Tras el despropósito cometido ayer con los 110 aficionados retenidos (o detenidos, según otras fuentes), pocas ganas tengo de hablar, así que sólo diré que el próximo partido es el domingo y que recibimos al Granada de DON JOAQUÍN DE JESÚS CAPARRÓS CAMINO.



Lo mejor que se puede decir de esta aparatosa mañana es que el Sevilla
sumó un punto, porque todo pudo haber pasado en un choque en el que toda
clase de contratiempos atropellaron el ritmo de juego de un Sevilla que
comenzó con buen pie, apretando, jugando con paciencia, desbaratando el
entramado bien tejido que había preparado Alcaraz, y adelantándose en
el marcador. Con ventaja en el luminoso todo debería haber sido coser y
cantar, pero nada más lejos de la realidad. El Levante siguió a lo suyo,
con un partido muy tosco, pero serio, fundamentado en el contundente
doble pivote que formaban Sissoko y Diop, intentando romper el ritmo del
Sevilla, cortando todo lo posible el juego, algo que intensificó en la
reanudación. El partido se puso más feo tras el descanso, el reloj
corría más tiempo con el juego parado que con el balón en movimiento.
Con todo esto la soltura del juego del Sevilla se veía muy lastrada.
Emery quiso darle otro aire al equipo y sacó a Vidal por Deulofeu y a
Gameiro por Denis. El choque entró en una fase en la que podía pasar de
todo, porque el Levante jugaba cómodo e inquietaba la retaguardia
nervionense, si bien los centrales, tanto Carriço como el debutante
Arribas, estaban sensacionales. En definitiva, el partido estaba sujeto
al riesgo de que el Levante, que jugaba a que pasara lo menos posible,
diera un picotazo, hasta que el Sevilla no fuera capaz de sentenciarlo
con el segundo. Ocurrió lo primero antes que lo segundo, cuando a diez
minutos del final marcó Casadesús, aprovechándose de una mala salida de
Beto en un saque de esquina. Estaba claro que el empate debía llegar de
una forma accidentada, en una mañana donde todo salía del revés.




